Mayores
A pesar de que la manera en que envejecemos venga determinada, a grandes rasgos, por la genética, el estilo de vida desempeña una función importante. La herencia genética y los factores ambientales se conjugan, de forma que el modo de vida sano puede prevenir los déficits que se producen en edades avanzadas, moldeando la forma de envejecer de cada persona.
La conducta que tenga una persona al llegar a mayor depende de las habilidades que haya sido capaz de desarrollar para superar las adversidades durante toda su vida, unidas a la combinación de pérdidas físicas y sociales. Las personas con una amplia variedad de patrones de comportamiento tienen más probabilidades de superar el deterioro físico al llegar a muy mayor. De aquí podemos deducir la enorme variabilidad entre unas personas y otras, dependiendo de sus características y en relación con los factores que hayan protagonizado sus vidas.
Sí durante nuestra vida hemos ignorado emociones relevantes para nosotros, éstas aparecerán cuando seamos ancianos. Tras toda una vida negándonos esos sentimientos terminarán emergiendo, porque están pendientes de resolución y existe una necesidad de resolverlos. En estos casos el regreso al pasado es un recurso de supervivencia, un proceso de resolución y curación y una forma de suavizar los embates que propicia el propio envejecimiento. Por esta razón muchos ancianos dejan pasar el presente y se trasladan al pasado para resolverlo. A veces un acontecimiento actual puede remitir a un recuerdo de la infancia, fundiéndose presente y pasado. Una pérdida de la vista en el presente puede despertar la sensación vivida hace muchos años cuando nos encerraron en un cuarto oscuro, y aquellos sentimientos ocultos aguardan encogidos en la oscuridad para salir a la luz.
TERAPIA: Principios básicos
Los mayores necesitan ser oídos, respetados y sentirse dignos.
A través de una terapia de apoyo adecuada, la persona mayor puede sentir que sus sentimientos son reconocidos. Utilizando la empatía sintonizamos con la realidad interna de los mayores. La empatía sabe ponerse en el lugar del otro, fomentando la confianza y la seguridad, emergiendo una fuerza que puede renovar el sentimiento de sentirse válido y fuerte para resolver los conflictos inconclusos del pasado.
Al sentirse dignos, fuertes, queridos, y válidos en el presente, algunos mayores desorientados ya no regresan al pasado; otros, en cambio, deciden seguir en él. Así pues, no existe una regla matemática aplicable en todos los casos. Lo que sí podemos observar es que todos se sienten más felices después de una terapia de apoyo, reduciendo el estrés, aumentando la comunicación verbal y no verbal, evitando el abandono de sí mismo, mejorando el aspecto y el bienestar físico, y lo más importante encontrando una justificación de vida y una renovación emocional.